Y buscando su libertad decidió cortarse el pelo, teñirse de rosa y colocarse ante los micros del primer bar que aceptó pagarle con vodka.
No tardó mucho esa libertad en aventurarse a convertirse en otra cárcel más, nadie sabe cuanto bebió, en casa de cuantos hombres durmió, cada noche se parecía más y más a la anterior con el regusto amargo del alcohol.
Una alternativa a la realidad, una realidad que ya no era real, nadie la buscaba, nadie contaba los días en los que los sueños y la inocencia se perdía, una vida llena de mentiras, una infancia que no existía.
Bailó en círculos hasta que cayó sobre el colchón ¿desconocido o el mismo de la noche anterior? Asfixia, dolor, placer, sueño, sol en la cara, agua manchada, comida basura y de nuevo alcohol.
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