Desde el fondo del pasillo empezaron a salir media docena de personas vestidas de uniforme. ~Ya.. asi la protegen~ entre ellos dos personas distintas, una chica de unos 16 años y una mujer adulta, la chica iba esposada, ambas entraron en la habitacion mientras que los guardias esperaron fuera.
-Dejame a solas -dijo la chica a la que seria su abogada que salio dirigiendole una mirada de preocupación.
Entró, se sentó en la silla y miró al cuerpo inerte que yacía sentado al otro lado de la mesa siendo apuntado con una lampara directamente a su cara ~Rostro blanco, mandibula colgando y ojos con mirada perdida hacía el techo.. Una bonita imagen~
-Deberia creer entonces que es verdad, ¿no?.. Todos creen que yo lo hice, creen que yo te hice eso, pero.. yo no hice nada.. no hice mas que hacer lo que pude, no podían obligarme a salvarte la vida…-Pauso unos segundos, manteniendo su mirada en el rostro del cadaver -Yo jamás quería que pasara eso, y si es verdad que yo tuve culpa creo que ya te demostré que estaba arrepentida -Retiro la silla para levantar los brazos mostrando una cicatriz en sus venas -Yo luchaba por lo mismo que tu, pero nunca lo entendiste, y ahora mira como estas, ¿y encima yo tengo la culpa?
Espero unos segundos, espeerando una respuesta, y sobrecogida vió como se movió el cuerpo agachando la cabeza como a punto de abrir la boca y comenzar a hablar, pero simplemente se desplomó encima de la mesa y se dejo caer hacía un lado quedando boca arriba con el pecho medio descubierto..
La chica lo miro detenidamente y en sus ojos saltó una mirada de curiosidad, se agachó junto al cadaver y retiro torpemente el resto de camisa que le cubría, dejando ver claramente una cicatriz en forma de cruz que le llegaba desde la boca del cuello hasta el estomago, pero la cicatriz estaba cerrada, quizás de hacía meses…
Extrañada con la mirada enloquecida se levantó tapandose la boca con las manos, y se pegó a la puerta llamando a los guardias con un grito ahogado.. Salió de allí y nunca más se volvieron a encontrar.
Y entonces, el cadaver se levantó, se abrochó la camisa, se sentó en la silla, colocó de nuevo la lampara en su sitio, apuntando a su cara, y volvió a su mundo de muerte durante otras decadas.
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